Brainoware: El fascinante enlace entre tejido cerebral humano cultivado e Inteligencia Artificial
Brainoware representa el primer paso significativo hacia una “biocomputadora híbrida” que fusiona tejido cerebral humano cultivado en laboratorio junto con circuitos electrónicos convencionales e inteligencia artificial. De acuerdo con un estudio publicado en Nature, el objetivo de esta asombrosa combinación es crear chips de silicio integrados con neuronas derivadas de células madre.
Específicamente, Brainoware combina organoides cerebrales (grupos de células humanas derivadas de células madre que se convierten en “minicerebros” llenos de neuronas) con circuitos electrónicos convencionales. Para crearlo, los investigadores colocaron un único organoide en una placa que contenía miles de electrodos, conectando así el cerebro a circuitos eléctricos. Estos circuitos se comunican con el organoide cerebral y “traducen la información que desean introducir en un patrón de impulsos eléctricos”.
Brainoware ya está activo y puede reconocer diferentes voces humanas. Esto se logra utilizando un sensor electrónico que detecta la respuesta del minicerebro, la cual es decodificada mediante un algoritmo de aprendizaje automático entrenado. En este proceso, las neuronas humanas, la electrónica y la inteligencia artificial se fusionan para crear una biomáquina, aunque por el momento es bastante básica.
Un ejemplo actual de esta biomáquina es su capacidad para reconocer voces humanas. Brainoware fue entrenado con 240 grabaciones de ocho personas hablando y pudo identificar las voces con una precisión del 78%. Aunque investigaciones previas han demostrado que los cultivos bidimensionales de células neuronales pueden realizar tareas similares, este es el primer experimento que utiliza una estructura tridimensional de células cerebrales humanas entrenadas.
Esto podría indicar un futuro de computación biológica impulsada por “la velocidad y la eficiencia del cerebro humano” para crear inteligencia artificial avanzada. Arti Ahluwalia, ingeniero biomédico de la Universidad de Pisa en Italia, considera que esta tecnología arrojará más luz sobre el funcionamiento del cerebro humano y ayudará a estudiar y analizar trastornos neurológicos como el Alzheimer.
Sin embargo, el uso de células vivas en la computación presenta retos, como cómo mantener vivos los organoides. Las células deben crecer y mantenerse en incubadoras, lo que será más complicado a medida que los organoides se vuelvan más grandes. Además, las tareas más complejas requerirán “cerebros” más grandes, según el ingeniero Ahluwalia.
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